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Museo Mitre

Angiolina Astengo: la mujer que hizo posible el primer largometraje argentino

En Día Internacional de la Mujer conmemoramos a una de las pioneras de la industria audiovisual de nuestro país

En 1914 se estrenó Amalia, el primer largometraje de ficción producido en Argentina. La promotora de esta experiencia pionera en el cine nacional fue Angiolina Astengo de Mitre, presidenta de la Sociedad del Divino Rostro y viuda de Emilio, uno de los hijos de Bartolomé Mitre, que buscaba recaudar fondos para la construcción de una capilla y de una escuela para niñas.

El trabajo que Astengo llevó a cabo podría equipararse al que hacen hoy los productores y productoras cinematográficos: consiguió las locaciones para el rodaje, el mobiliario, el vestuario y los elementos de utilería, y se encargó de reunir a varios miembros de la aristocracia porteña para que interpretaran a los personajes, lo que redujo los costos por no tratarse de actores profesionales. Incluso fue de ella la idea de llevar a la pantalla grande la novela homónima que había publicado José Mármol en 1851 y de convocar al dramaturgo Enrique García Velloso para adaptarla. La historia, desde su perspectiva, debía condensar romanticismo, suspenso y tradición.

Agiolina Astengo de Mitre

El rodaje se realizó parcialmente en el estudio de cine construido en 1913 por el empresario austríaco Max Glücksmann en el barrio de Belgrano, que poseía camarines, laboratorio y un taller especial para el armado de los decorados. Otras escenas fueron grabadas en viejas casonas de Buenos Aires y de San Isidro. La película -cuya única copia se conserva actualmente en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken- fue estrenada en el Teatro Colón, con la presencia del entonces presidente Victorino de la Plaza.

Además de presidir la Sociedad del Divino Rostro, Astengo formó parte de la Sociedad de Beneficencia e impulsó diversas campañas de caridad en Mar del Plata y en la ciudad de Buenos Aires. Había nacido en 1867 y, en 1885, se casó con Emilio Mitre y Vedia. El matrimonio, que no tuvo hijos, crió como propia a su sobrina María Delfina Astengo. Angiolina Astengo murió en Mar del Plata en 1943 y sus restos descansan hoy en el Cementerio de la Recoleta.