En pleno microcentro porteño, aún se mantiene en pie una casa de origen colonial. En ella se esconden y resguardan historias y secretos: fue la primera residencia presidencial, la sede de la primera redacción del diario La Nación, el hogar de Bartolomé Mitre y su familia por más de 40 años.
Entre el vasto patrimonio que se esconde tras los muros de esta casa, hay una sala en particular que llama la atención por su impronta oriental: la Sala Billar, un lugar de distensión y de intercambio social, donde Mitre pasaba sus momentos libres con amigos y familiares practicando uno de sus pasatiempos favoritos. Hasta 1882, ese espacio había sido el dormitorio matrimonial de Bartolomé y Delfina de Vedia. Tras la muerte de Delfina, en 1889, se lo destina para el fin que hoy conocemos.
Con motivo del cumpleaños número 84 de Bartolomé Mitre, en el año 1905 el entonces Almirante Manuel Domeqc García le envía como obsequio, desde las costas del Japón, un juego de sala de estilo oriental junto con una colección de billetes y monedas autóctonas de aquel país. Este mobiliario, realizado en madera de nogal y esterilla, entre el que se encuentra una característica biblioteca tallada con forma de pagoda, resalta en contraste con el resto de la decoración de la casa. Dispuestos en dos cuadros, se exhiben también billetes del Banco de Japón y 56 monedas japonesas, probablemente una de las más importantes colecciones de la afición numismática de Mitre.
El Almirante Manuel Domecq García fue el encargado de trasladar los acorazados Moreno y Rivadavia, dos buques de guerra argentinos fabricados en Génova –donde Domecq García se encontraba supervisando la construcción de los mismos– al Imperio Japones. Allí permaneció, invitado por los nipones, como observador de la Guerra Ruso-Japonesa en el año 1904. Es en ese contexto que le envía en encomienda estos valiosos objetos al General Mitre, como muestra de su admiración y cariño.